Naturalismo francés

El día 26 de abril tuvimos la enorme suerte de asistir a la presentación sobre el Naturalismo francés que Maribel Hernández, profesora de la materia de Francés en nuestro centro, había preparado con mimo para nosotros. Gracias a su detallada explicación, hemos aprendido multitud de datos interesantes sobre este período, los cuales procederemos a enseñar en esta entrada.

















En primer lugar definiremos el Naturalismo: fue una corriente cultural que surgió en París, desde donde se extendió al resto de Europa, en el siglo XIX, teniendo su punto álgido entre los años 1870 y 1890. Nace del Realismo más extremo, y se centra en los aspectos más vulgares y sucios de la sociedad, a la que critica. 

En cuanto a sus características, el Naturalismo presenta un fuerte determinismo marcado por la herencia genética, muestra también un amargo pesimismo y, está en contra del Romanticismo, apartando los sentimientos a un lado y describiendo la realidad con rigor científico. Además, son numerosas y muy representativas las constantes referencias a la teoría darwiniana de la evolución.



Cuando piensas en el Naturalismo en Francia, rápidamente debe venir a tu mente el nombre de Émile Zola, su mayor representante y el escritor que, prácticamente, creó este género literario. Este autor clama que la herencia y el medio en el que vivimos influyen y determinan nuestra vida, y se centra en las lacras sociales, deteniéndose en temas como la prostitución, el incesto, el asesinato o el alcoholismo. Algunas de sus obras son Therese Raquin, Naná y Germinal. Llegó a convertirse en un ideal político, y hasta fue expulsado de Francia por estar en contra de una acusación antisemita de espionaje, el caso Dreyfus. Su final, cómo no, al igual que los finales naturalistas, fue trágico. Acabó muriendo de asfixia, y son muchos los rumores que incitan a pensar en que su muerte no fue algo casual.


No obstante, el Naturalismo se extendió asimismo por otros países europeos. Algunos autores conocidos son Daudet y Flaubert, también franceses; Hauptmann y Sudermann, en Alemania; Eça de Queiroz, en Portugal; Hardy, en Inglaterra; Giovanni Verga, en Italia; Dostoyevski, en Rusia, y Galdós, Clarín y Emilia Pardo Bazán en España.



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